Últimamente hemos investigado un muro de contención con fisuras verticales y horizontales y parcialmente desplomado. El muro era de ladrillo y bastante antiguo, por fuera estaba enchapado con azulejo y separaba dos propiedades con una diferencia de cota de dos metros.
Los vecinos de la propiedad inferior temían que el muro hubiese empezado a ceder debido a una fuga de aguas de una piscina situada en el solar superior.
Planteamiento:
El planteamiento parecía razonable: una fuga puede provocar que haya más empujes sobre el muro, o incluso que se lave el terreno bajo su zapata.
Pero al realizar un primer levantamiento de las patologías existentes, las grietas y desplomes no se correspondían con los efectos que un sobreempuje de aguas o un lavado de cimentación generarían.
En la imagen se puede ver que la curva del desplome no se correspondía con un empuje en su zona inferior. El muro se levantaba prácticamente vertical hasta media altura, y era a partir de ese punto donde se desplomaba más bruscamente, hasta los 15 cm de desplome en cabeza.
Existía también un gran arbusto en la parcela superior, pero ¿eran la tierra, el seto o sus raíces capaces de tirar el muro, o justo al revés, eran esas raíces las que estaban permitiendo que el muro no cayera pese a un potencial empuje de agua?
Y con 15 cm de desplome en cabeza ¿Por qué no se había caído ya?
Decidimos solicitar a un geólogo que realizara sondeos en horizontal en el muro, a media altura, para poder obtener una composición más real del muro y del terreno existente en su trasdos. El resultado fue muy inesperado, había hasta 3 hojas de muro superpuestas y con cámaras de aire entre ellas. Detrás del muro sólo margas y arcillas, y nada de agua.
El muro original estaba constituido por una fábrica de dos hojas, una primera contra terreno de un pie y una segunda más esbelta entre las que se iban conformando costillas. La tercera hoja era puramente estética, probablemente construida a la par que el edificio de la parcela inferior, y probablemente sólo con el ánimo de establecer una linde. El despiste también estaba generado porque esta última hoja en su tramo superior se regruesaba y montaba sobre la linde vecina, dando la impresión de ser un muro de una sola hoja y mayor grosor.
Conclusiones tras la investigación
Conclusión 1: no había sido el agua la que había empujado el muro, sino el seto, que en una localidad de mar como la de este trabajo, a lo largo del año iba empujando fuertemente la valla colocada sobre el muro, lo que era más acorde con la deformada observada.
Conclusión 2: El muro no se había caído porque lo único que se estaba desplomando era su hoja exterior, la única que no era de contención, y que por suerte estaba atada a media altura.
Conclusión 3: Bastó con eliminar la hoja exterior del muro en su parte alta. Los vecinos se ahorraron la incertidumbre o muchos miles de euros en reconstruir el muro desde cero gracias al sondeo que se encargó al geólogo, de un coste mucho más razonable.